Es curioso notar que, a diferencia de los muchos autores del Cono Sur o de México que figuran en todo el libro, sea éste el único nazi cubano que Bolaño haya podido integrar al diccionario imaginario del horror. Contra los que pensarían que se trata de una escasez, creo que esta biografía da cuenta del ingenio literario de Bolaño por realmente hacer un diccionario americano que abarque los lugares más recónditos, y menos conectados con un vínculo estrictamente histórico con el fascismo o el nazismo. Fascismo en Literatura Nazi pasa por muchos espacios, y puede ser muchas veces tanto la excentricidad como el racismo, lo maldito como lo abyecto.
Como en buena parte de los escritores que figuran en este
museo de escritores infames, Bolaño construye los personajes a partir de sus
contradicciones, y el cubano Ernesto Pérez Masón no es una excepción. A lo
largo del libro cuesta entender si el catalogo se trata de escritores afiliados
a una ideología nazi, o si se trata, por contrario, de la manera en que la ideología
nazi pasó por muchos lugares a la vez volviendo un significante vacío, en un
simple afecto del escritor moderno.
Por ejemplo, se nos dice que en 1930 escribió el relato “Sin
Corazón”, bajo la influencia de Kafka, aunque en realidad fue un autor que cultivó
estilos tan disímiles como el decadentismo, el realismo socialista, y luego una
novela de exilio Don Juan en la Habana,
publicada desde luego en Miami en 1979, y a su vez en contra los “anti-castristas”
[sic] del exilio cubano. Sin embargo, durante la Revolución, y es quizás la
parte más humorística de su biografía, fue un opositor del Castrismo que escribió
la novela La Sopa de los Pobres
(1965):
“…en donde, en un impecable estilo que hubiera aprobado
Sholojov, narra los sufrimientos de una familia numerosa de La Habana de 1950.
La novela consta de quince capítulos. El primero comienza: “Volví la negra
Petra…”; el segundo: “Independiente, pero tímida y remisa”; el tercero: “Valiente
era Juan”; el cuarto: “Amorosa, le hecho los brazos al cuello…” Pronto salta el
censor avispado. Las primeras letras de cada capitulo componen un acróstico:
VIVA ADOLF HITLER. El escándalo es aun mayúsculo. Pérez Masón se defiende
despectivo: se trata de una coincidencia. Los censores se ponen manos a la
obra; nuevo descubrimiento, las primeras letras de cada segundo párrafo componen
otro acróstico: MIERDA DE PAISITO. Y las de cada tercer párrafo: QUE ESPERAN
LOS US. Y la de cada cuarto párrafo: CACA PARA USTEDES” (p.62)
Bolaño también
imagina que Pérez Masón reta varias veces a Lezama a un duelo a muerto, y que
mantuvo una cordial amistad con Virgilio hasta que mostrara su antipatía tanto
por los comunistas como por los homosexuales. Una vez en el exilio, funda una
revista del Grupo de escritores arios cubanos, y escribe una “novelita” pornográfica,
con Eisenhower y Patton como personajes principales, con el fin de agredir a
los “exiliados cubanos”.
Más allá de los obvios disparates y contradicciones que
contiene esta biografía imaginaria, tan solo con estos detalles es posible
entender lo presente que Bolaño tenía
ciertas categorías y temas de lo cubano, como la polaridad Lezama/Virgilio,
contrarrevolución y censura, realismo socialista y escritura experimental,
exilio cubano identificado exclusivamente con Miami o el personalismo
autoritario de Fidel Castro. Pérez Mason es un aleph de los puntos que conectan las subjetividades y las
experiencias de los últimas cinco décadas cubanas.
Aunque no sería productivo pensar en un modelo para
pensar el personaje que imaginó Bolaño, si conviene anotar que quizás a lo que
apunta el caso de Pérez Masón, así como el de muchos de los otros escritores
pro-nazis, son las marcadas contradicciones en la creación de un escritor en relación
con la política. Se puede pensar el catolicismo origenista que deviene en una
especie de estética de la pobreza irradiante durante la Revolución, o en el
caso excepcional del precoz escritor Alberto Lamar Schweyer, quien pasó del ser
miembro del Grupo Minorista a jefe de propaganda durante la dictadura de
Gerardo Machado, convirtiéndose en un pensador anti-imperialista, y a la vez en
patriota, en contra de la inmigración española, como explicita su olvidado
libro La crisis del patriotismo
(1929). Lo que pudiera parecer a simple vista un gesto pantagruélico de Bolaño,
cobra sentido si comprobamos lo mucho que la relación entre poética y política
encuentra se definen en tanto su indeterminación en constante aporía.
El final que da cierre a la biografía de Masón, hace
pensar si por nazismo también Bolaño no estuviese pensando a la manera en que los
críticos ordenan y militarizan el canon, desde valores que quizás implican, en
la estructura misma de ese orden, un arte violento de la exclusión: “El Diccionario de Autores Cubanos (La
Habana, 1978) que ignora a Cabrera Infante, sorprendentemente recoge su nombre”.
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Gerardo Muñoz
Octubre de 2012
Princeton, NJ.
3 comments:
Qué buen post. Un Bolaño enterado del chanchullo del canon cubano.
Otro real escritor cubano de literatura nazi fue Raúl Maestri, quien escribió un enjundioso ensayo en los años 30 sobre las implicaciones históricas del triunfo parlamentario de Hitler y el Partido Nacional Socialista en Alemania. Ese ensayo, junto a otro sobre la URSS, fue rescatado hace pocos años por William Navarrete en la editorial Aduana Vieja
Hola Rafa, si al parecer Bolano llego a hacer algun tipo de investigacion sobre literatura cubana...llama la atencion como problematiza la escritura de este personaje en relacion con los distintos actores y universos politicos dentro y fuera de la isla. Habria que buscar las fuentes de como se informo o cuales habrian sido los amigos cubanos de Bolano.
No conocia a Raul Maestri, suena interesantisimo, voy a buscarlo inmediantemente.
Abrazo,
G
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